'Hot sur' la novela total de Laura Restrepo
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Si se mira juiciosamente -como yo lo he hecho- el proceso
escriturístico de Laura Restrepo, se puede concluir que su trabajo ha sido un
camino hacia la profundización y cualificación cada vez mayor de un gran
talante literario. Para quienes hemos seguido su obra, el disfrute de su última
novela genera emociones profundas, además de confrontarnos con nuestro yo más
íntimo, y de eso se trata fundamentalmente la buena literatura.
La novelística de Laura es reconocida ampliamente en el mundo,
aunque en Colombia en ocasiones despierta resistencias. Los colombianos somos
especialistas en desollarnos vivos unos a otros. Entrar en el terreno de la
buena o mala literatura es muy resbaladizo. Sin embargo, en mi larga
trayectoria de lecturas diversas, puedo asegurar que obras del calibre estético
de ‘La isla de la Pasión’, ‘Leopardo al sol’, ‘La novia oscura’ o ‘Delirio’, no
son fácilmente hallables en la escritura actual.
Pues bien, ‘Hot Sur’, es un momento culminante -hasta ahora-
y un punto luminoso de ese recorrido. Nos encontramos ante lo que Vargas Llosa
definió al referirse a ‘Cien años de soledad’, como novela total: Novela total,
en la línea de esas creaciones demencialmente ambiciosas que compiten con la
realidad real de igual a igual, enfrentándole una imagen de una vitalidad,
vastedad y complejidad cualitativamente equivalentes. Esta totalidad se
manifiesta, ante todo, en la naturaleza plural de la novela que es,
simultáneamente, cosas que se creían antinómicas: tradicional y moderna, localista
y universal, imaginaria y realista, citando de nuevo a Vargas Llosa.
Entrar en una novela tan amplia no es fácil ni sencillo.
¿Por dónde empezar? La novela nos atrapa desde su primera página. Es
apasionante el trabajo realizado sobre la escritura misma y sobre el lenguaje.
La voz narrativa central, la que organiza este mundo posible-real, nos deja ver
sus huellas desde los inicios del relato, pero es al final cuando anuda la
acción que se explicita con toda su verdad: mujer, entrevistadora, novelista.
La narración se va organizando a varias voces, lo que posibilita diferentes
puntos de vista: Ian Rose encadena los hechos del desenlace final, es necesario
seguirlo paso a paso como hace la narradora para apropiarnos de todos los
eventos; María Paz nos lleva al corazón mismo del acontecer fundante de la
narración; Cleve Rose y Wendy Mellons salpican de detalles las múltiples
preguntas que se suscitan en el recorrido lector.
Según el narrador / narradora supeditado con el que estemos,
nos situamos frente a búsquedas en Google, a pesquisas jurídicas, a
indagaciones sicológicas, a remembranzas añorantes, a noticas dispersas de
periódicos, apuntes perdidos en libretas o a ejercicios de talleres de
escritura creativa. Porque la obra es antes que nada una indagación en nuestra
condición humana posmoderna. En igual medida nos encontramos con tradiciones de
la cultura popular, desde rituales sacros o letras de canciones hasta las
fotonovelas del Santo, pasando por pinturas convertidas en relatos o creencias
sobre lo que ha de hacerse en la propia o ajena limpieza… O nos topamos con una
tradición literaria más escogida, selecta o de élite como la de Truman Capote,
Jane Austen, Norman Mailler o el más reciente Slavoj Zizek, compatriota del
protagonista perverso, o las evocaciones de la mitología griega.
El lenguaje, otro personaje
Desde estas distintas voces narrativas vamos visualizando
las muchas posibilidades de un lenguaje que se explota en todas las páginas de
la novela. La obra es también un gran canto al lenguaje, al idioma, a la
comunicación. Cabe mencionar al artículo "Laura en su Delirio" del columnista y blogger Javier Manrique Oncoy, quien critica abiertamente y con total crueldad e infamia, la narrativa y el lenguaje de la novelista en mención: "una prosa ampulosa, desleal, crudo con lenguaje de esquina lleno de dialectos y ripios sin ritmo", debo invitarle a leer Hot Sur, en esta novela, Laura Restrepo se difine con un lenguaje que también camina desde lo más impecablemente clásico
hasta incluir muy convincentemente formas distintas de expresión de una
comunidad hablante que necesita urgente y desesperadamente comunicarse y no tanto
cuidar las maneras lingüísticas aprobadas por la academia de la lengua en
Bogotá. Y es que en ‘Hot Sur’ entra de una manerela natural eso que se ha llamado
spanglish y que es criticado desde tantas instancias de la cultura. Además,
María Paz, con su lúcida inteligencia nos lo cuenta: tras del sueño americano
olvidamos el español y no aprendemos el inglés, una comunidad que crece y se
amplía y se queda sin lengua más allá de esa que redime en pedazos y que no es
aceptada por los bien hablantes.
Si esto pasa con el lenguaje, lo mismo pasa con los géneros
literarios. ‘Hot Sur’ nos arroja elementos épicos indiscutibles: la epopeya de
los sureños en busca de su tierra que mana leche y miel (una versión actual de
‘Las uvas de la ira’); la épica de los perdedores, esos personajes que siempre
fascinaron a la autora; la epopeya de esa madre fallida y totémica,
posteriormente madre de todas, Mandra X, cuya dimensión gigantesca se proyecta
como una sombra sobre todo el relato a pesar de su relativa marginalidad en él.
Una nueva épica sobre la naturaleza mestiza y permanentemente migrante de los
Estados Unidos en los que mal conviven desde eslovacos o rumanos hasta
salvadoreños o jamaicanos, apoyándose o desconfiándose. Es también la novela de
la íntima aventura existencial de Ian o Cleve Rose, de la búsqueda permanente
de su madre por parte de María Paz o de sus culpas frente a su propia hermana.
Igualmente es la auto reflexión literaria de Cleve, autor de las gráficas
novelas posmodernas. Es también, en ocasiones, el thriller de la huida y la
búsqueda detectivesca de la picaresca negra o policiaca.
Todo esto es la entrada a ese universo total que aspira a
re-crear el mundo desde sus cimientos. Y una vez en él comulgamos con agentes,
protagonistas o personajes fascinantes: amados y amantes, odiados,
despreciados, temidos… Es, desde estos concretos, que los destinos de estos
seres apuntan a cuestiones universales.
Y en ese mundo que ‘Hot Sur’ nos regala, nos encontramos
entonces con algunos destinos que se nos prenden en el alma: Bolivia y María
Paz, luchadoras que aún perdiendo siguen en la mesa sin retirarse, buscando
otras combinaciones para sus sin salidas. Bolivia buscando el amor y el hogar
que nunca llega, buscando también los brazos amorosos maternos que no la
cobijaron. María Paz ingenua y solidaria, confiada siempre, mirando hacia
adelante, según el decir popular colombiano los tropezones hacen levantar los
dedos. María Paz soñadora, vibrante frente al sexo, amante de su hermana y de
su desvalido perro minusválido. María Paz agradecida y sobre todo fuerte para
levantarse una vez y otra vez. María Paz amadora y amante. María Paz la de
múltiples rostros.
El dolor de la cárcel: el abuso, el encierro. La indefensión
completa, no sólo en las dictaduras suramericanas, también en la democracia
“modelo”… las reclusas al arbitrio de las pasiones y los odios de las
guardianas. Y por sobre todas ellas, como ángel protector, la figura mítica de
Mandra X esa mujer-madre imposible y filicida que transforma su cuerpo a partir
de tatuajes e intervenciones tal vez para ocultar los días que se le fueron
detrás de ese cáncer que amenazó y no cumplió. Mandra X cuya condena jurídica
es innegable pero cuyo interior permanece intocado porque la narradora no nos
da ese regalo.
Degradación y placer
En ese mundo apabullante nos cruzamos con destinos notables
marginales: Probono, Ian, Cleve, Socorro… partidarios de los sin suerte de los
abandonados de la fortuna. Seres del común que se la juegan en tareas
solidarias, en dar la mano al que cae al abismo, seres cuya vida se enreda o
desenreda en lo insospechado que siempre nos espera al voltear de la esquina.
Y todo el tiempo estamos rastreando-evadiendo el misterio de
esa sombra real, aterradora y perversa de Jaromil, Sleepy Joe… al cual no es
fácil referirnos. Sleep Joe tiene unos orígenes extraños. Su sangre viene de
esa región para nosotros tan lejana e incógnita: las montañas del Cárpato,
Eslovenia, región peligrosamente vecina de la Transilvania de los vampiros.
Sleep Joe, este pequeño diablo, nos transporta a lo más peligroso, terrible y
desdichado de la religión. Al horizonte más oscuro de las fuerzas siniestras
que habitan la condición humana y que en algunas circunstancias salen a flote.
Nos lleva de la mano a la fusión entre la degradación propia
o ajena y el placer. Una búsqueda que se confunde y enloquece tanto a quien a
ella se niega, como a quien a ella se entrega. El relato, magistralmente
articulado, nos arma el rompecabezas de un destino miserable que se busca
grandioso: desde un Edipo no resuelto hasta una búsqueda insaciable de sexo y
de pornografía, pasando por lágrimas y azotes enredados en figuras patéticas y
tenebrosas del arte religioso cristiano o de las devociones populares que
escapan al control de las instituciones.
Lo religioso en ‘Hot Sur’, pasa por el Cristo de los pobres
de América Latina, distinto al Dios pulcro y burgués de los primeros migrantes
del hemisferio norte, recoge la frustración de mujeres del nororiente europeo
que refugian en los rosarios y en las apariciones de la Virgen la violencia y
los golpes que les infringen sus maridos y termina en la tortura de los
rituales degradantes y asesinos que pueblan nuestros pueblos. Lo religioso
siempre ha sido una preocupación, una obsesión en Laura (‘Dulce compañía’) y en
esta novela logra agarrarlo de frente y unir en un todo: los asesinos
ritualistas y en serie de Colombia y de Estados Unidos, pero también las
obsesiones religiosas y los oscuros motivos del corazón perverso. Sleep Joe es
un obseso que reza mientras mata, que goza mientras degrada, pero también es un
posmoderno cuya trayectoria profana lo improfanable. Es la actualización del
refrán popular el que peca y reza empata. De esta manera Sleep Joe, reza
mientras asesina o viola en la esperanza de salvarse él mismo y salvar a su
víctima.
Una inmersión en esta novela es una inmersión en un mundo
que nos es próximo aunque desconocido. Retoma temas que han sido trabajados por
la literatura y la filmografía latinoamericanas: el sueño americano y su gran
frustración, el precio que hay que pagar por no alcanzarlo, las violencias
sociales en las que nos movemos diariamente sin necesidad de una guerra
oficial… las relaciones imposibles: la comunicación y el amor que se buscan sin
lograrse una y otra vez y se vuelven a buscar… el cuerpo como aliado, el cuerpo
como enemigo, el cuerpo como búsqueda… La soledad que habita nuestras almas y
nuestras sociedades, edificios y apartamentos… Y finalmente de entrada y de
salida, la escritura: sus límites, sus posibilidades. Laura nos regala un
solaz, solo nos queda disfrutarlo.
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Carmiña Navia Velasco
Cali - Colombia
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